Por otro lado, nuestra aproximación a la realidad pasa por su elaboración sistemática en discurso informativo, ya sea en las noticias, en las estadísticas o en la divulgación científica. La fragmentación, la mezcla y el reciclaje se han establecido como características de los discursos que nos hablan del mundo real o los que intentan construir universos de ficción. De esta forma, Hollywood no para de apostar por segundas, terceras y hasta septimas partes. De esta forma, de la última parte de Harry Potter han hecho dos partes. No sólo esto, sino que las secuelas se alargan interminablemente. Los Piratas del Caribe son otro ejemplo que ya nos es raro el año que no vemos a dos sex symbols como Orlando Bloom i Johny Depp juntos. Pero esto no solo se ve en las películas, la fragmentación en las canciones se ve claramente. Una de las canciones más escuchadas hace años, como era Don't Stop the Music de Rihanna nos hizo corear otra vez a Wanna Be Startin' Something de Michael Jackson. O, miremos más al presente, la canción Dirty Beat se basa y sólo se basa en el recuerdo de Dirty Dancing. ¿Falta la originalidad o se traduce a éxito asegurado?
La falta de criterios estéticos dominantes conduce a que un objeto sea tomado como obra de arte después de su legitimación por alguna institución o museo. Y es que parece ser que si una canción no es sonada en la radio o una película no se ve en el cine no merece respeto y es peor que las otras. Y esta situación crea un espacio complejo en el que resulta dificil orientarse. Y lo que yo me pregunto es: Hemos agotado todos los discursos culturales, tenemos miedo de avanzar o nos queremos quedar estancados porque el consumismo ha llegado al punto del conformismo consumista?
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